lunes, 21 de noviembre de 2011

El reinado de Fernando VI , España Moderna (A. Floristán Imízcoz)




Fernando VII ha sido retratado como indolente y sin ambición
por lo que delegaría en los ministros y además la reina Bárbara influyó en su política y tuvo el dominio personal sobre su marido. Todo esto hace que su reinado este orientado de forma muy distinta al anterior: desparece la influencia extranjera, se persigue la paz, se mantiene el programa de reformas y además se compensa a la aristocracia con el nombramiento de Carvajal, aunque en este nombramiento se puede distinguir la influencia de la reina y una leve inclinación hacía Inglaterra.


Además en sus primeros años de gobierno reinstauró la vida en la corte aunque luego le acosarían los mismos malos que a su padre y la vida cortesana fue siendo menor.

La situación ministerial cambió con el nombramiento de Carvajal como secretario de estado y con la sustitución del confesor real por el padre Rávago (jesuita español y amigo de Carvajal) con esto el denominado “partido español” tenía el poder. La clave del gobierno estará en el entendimiento de Carvajal y Ensenada que entre ambos había un acuerdo inicial de fondo por las discrepancias puntuales fueron creciendo pero no llegaron a ser enemigos puesto que en más de una ocasión se ayudaron mutuamente, por ejemplo, Ensenada ayudó a Carvajal, y cuando este tomo posesión de su cargo mantuvo a Ensenada en el poder.

Sus personalidades y su forma de trabajar eran muy diferentes, os ámbitos de competencias mal diferenciados, las visiones de la política tan diferentes y intereses de tipo clientelares dieron lugar a fuertes discrepancias pero nunca llegaron a empañar sus políticas complementarias aunque no por ello coordinada. Con el tiempo este defecto fue en aumento llegando incluso a ignorar las decisiones que el otro tomaba como en el Tratado de Límites o en el Concordato de 1753. Todo esto, al contrario de lo que cabe esperar, fue positivo porque esto desconcertaba a los embajadores extranjeros y fue beneficioso a la hora de mantener la paz.

En cuanto a política exterior Fernando VI no estaba dispuesto a renunciar a las ocupaciones italianas de los Farnesio. Intento imponer una continuidad con una nueva orientación: seguir al lado de Francia pero buscar una paz por separado con Austria e Inglaterra. Las conversaciones empezaron en el otoño de 1746 pero llegar a un acuerdo fue imposible debido a las exigencias de cada país. Y el intento de España no resulto. Las conversaciones separadas entre las potencias creo una gran confusión y las potencias decidieron celebrar una reunión conjunta. En diciembre de 1747 las conversaciones se trasladaron a Aquisgrán.

El acuerdo vino en el entendimiento entre Francia y Austria al que Inglaterra tuvo que ceder dada la situación militar en Holanda. Lo más importante de esa reunión, para España, era que Austria cediese al infante don Felipe los ducados italianos. Inglaterra aceptó pero porque no se entró en detalles.

España quedó fuertemente decepcionada puesto que no se trataron los temas ni de Menoría ni de Gibraltar. El tratado finalmente fue firmado en octubre de 1748 y España consiguió que Carlos se mantuviese en Nápoles y que el infante don Felipe se estableciese en los ducados aunque fue una ventaja mínima ya que sus descendientes no tendrían derecho sobre esas tierras.

Aquisgrán en realidad fue una tregua pactada por la igualdad entre los contendientes. Después de 1748 se estableció una especie de guerra fría entre las potencias que indicaban la preparación para una nueva ofensiva, fue un período lleno de tensión y de sutilezas políticas. Ya en 1750 España habría conseguido restaurar algo de su influjo en Italia y logró prevenir riesgos de los ataques ingleses en América y recuperó los privilegios comerciales cedidos a Inglaterra en el Tratado de Utrecht.

Pero si por algo se caracteriza la política de Fernando VI fue por la neutralidad que fue aprovechada para mejorar la economía y reforzar el ejército pero sobretodo la Marina.

Carvajal optaba por la diplomacia mientras que Ensenada prefería una paz armada basada en la intimidación de las otras potencias, pero ambos buscaban la paz y España consiguió mantener la distancia entre Inglaterra y Francia.

La primera oportunidad para aplicar esta neutralidad apareció con la colonia de Sacramento puesto que los portugueses de Sacramento ponían en peligro la posesión española de La Plata. Carvajal propuso cambiar el territorio por una zona de Paraguay pero hubo problemas con la oposición de José I, la oposición de Inglaterra e incluso del propio Ensenada que defendía el punto de vista de los Jesuitas que se negaban a dejar la zona. Con todo se puede decir que la primera aplicación de la neutralidad no fue muy positiva.

En el área atlántica se mejoró el convenio hispano-inglés y España ganó libertad de comercio con América y los ingleses veían incrementada la presencia de sus productos en los puertos españoles. Esta “amistad” no llevo en ningún momento a la devolución de Gibraltar ni de Menorca. En la política mediterránea se centraron en la defensa de las posiciones alcanzadas y se llego a un pacto defensivo con Austria y Cerdeña. Y en el norte de África se intentó llevar a cabo una serie de acuerdos comerciales y políticos para acabar con la piratería.

En cuanto a política interior se centro en el reformismo económico para fortalecer el poder militar y mejorar el respaldo económico, el dinero recaudado se destinaría a la Marina y al ejército. La reforma de la Hacienda pretendió ser revolucionaria y establecer una contribución única y directa en Castilla para ponerla en práctica se necesitaba la presencia de un Catastro. Esta reforma se encontró con una gran oposición tanto por parte de la aristocracia terrateniente como por la falta de existencia de un catastro que haría que se recaudase menos dinero hasta que estuviese finalizado. En 1751 se estableció el “Real Giro” que gestionaría la salida de dinero de España. En ambos casos las reformas fueron beneficiosas para la administración pero no para la inversión privada. Y además se introdujeron una serie de reformas en la industria. En general el reformismo de Ensenada y Carvajal fue una continuidad de las líneas anteriores: modificaciones al detalle con alguna contradicción. Y si fracasaron fue por la fuerza de la oposición. Además se firmo un concordato con la Santa Sede en el cuál se estableció la provisión de cargos eclesiásticos.

El reinado de Fernando VI sufrió una gran crisis en 1754 con la muerte de Carvajal que rompió el equilibrio creado con el otro ministro. Fue sustituido por Ricardo Wall que influyó para rebajar la tendencia reformista. Ensenada, por su parte, quiso acabar con la creciente influencia inglesa atacando a los ingleses de Campeche, por lo que fue arrestado y desterrado. El cambio de gobierno parecía continuista y fue positivo con respecto a las políticas proteccionistas y las extensiones fiscales pero fue definitivamente negativo con la renovación de la Marina y el proyecto de la contribución única. Y cuando estalló la Guerra de los Siete años se tomo un papel de neutralidad y pasividad imperante. Los dos últimos años del reinado de Fernando VI fueron de inactividad total puesto que la muerte de la reina en 1758 lo hundió en un sentimiento de tristeza hasta su muerte en 1759 que pondría fin a unos años de desgobierno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario