martes, 20 de diciembre de 2011

En la clase de hoy no pude evitar recordar las palabras de mi profesora de segundo de bachillerato:
"El ejército de Franco entraba en las universidades, y nosotros no hacíamos otra cosa que escondernos en los baños, subir a algún lado para ocultarnos... Donde fuese, pero que no te vieran."
En el hoy podemos seguir viendo a esas dos Españas… Por un lado, a los victoriosos que eran ganadores en todos los sentidos y, por otro, los perdedores, pues “[…] muertos son los muertos, y muertos los que siguen vivos, pues viven como si hubiesen sido matados".
Olvidamos los nombres perecederos en las prisiones, en las calles… No somos conscientes de lo que sufrieron: muchas acusaciones injustas, hambre, penuria, carencia, y todo lo que ello provocaba, sufrimiento frustrante:

La cebolla es escarcha
Cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre de cebolla,
Hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se alimentaban.
Pero su sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

En tu risa la espada
más victoriosa,
vendedor de las flores y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho: él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.



La nana de la Cebolla, Miguel Hernández.

Uno de los reflejos más importantes nos lo deja Miguel Hernández, con ésta y otras tantas composiciones. Él fue uno de aquellos que sufrieron hambre, frío y soledad en un baile de barrotes oxidados, en el crudo empeño del recuerdo y la esperanza, en un ataque de impotencia.
Leyendas, cuentos. ¿Cuántos cayeron injustamente? Bien sabemos que muchos certificados de muerte son falsos. Ataques al corazón, extrañas enfermedades… ¿La realidad? Fusilamientos escondidos, apariencias que engañan y reconfortan. Vendas cómodas que tapan las miradas de los que pretenden atacar, que no encuentran cabos para derribar los pilares del totalitarismo español. Cubrirse las espaldas…
¿Base? La manipulación, hasta el frío punto de utilizar a una niña, a tu propia hija:

Somos títeres. Títeres manipulados. Esta vez nos tiran de un hilo con un acta de defunción falsa, otra nos mueven tirando de este otro de acá, haciéndonos creer que la decisión de entrar en la Segunda Guerra Mundial caía únicamente en Franco, otras nos desplazan afirmando que el Caudillo hizo esperar horas a Adolf Hitler en su encuentro para recalcar su supuesta supremacía, viendo que realmente se trataban de dos minutos…




En fin, es un espectáculo de luces y sombras donde el titiritero nos maneja, nos mueve a placer. Tiene el poder de usar a cuantos quiera. A fin de cuentas, éramos seres inertes que debíamos escuchar y callar…






1 comentario:

  1. Yo, particularmente, no termino de creerme la idea de las dos Españas. De hecho, uno de los factores que ayudaron a ganar la guerra al bando nacional fue la existencia de muchas Españas dentro del propio bando republicano, en ocasiones en lucha o conflicto entre sí.

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