domingo, 25 de diciembre de 2011

Contra la pared



Finalizada la Segunda Guerra Mundial, se evidenció un gran antagonismo entre los países occidentales y la Unión Soviética. Las Conferencias de Yalta y Potsdam habían dividido Europa en dos zonas de influencia, pero por si fuera poco, las discrepancias no consistían solo en motivos territoriales o militares (hay que recordar que estadounidenses y británicos recelaban del dominio de el Ejercito Rojo en las zonas liberadas, mientras que la URSS se sentía amenazada por la posesión de EE.UU de la bomba atómica), sino fundamentalmente por problemas ideológicos a la hora de poner en marcha una organización política, social y económica.

La desconfianza mutua entre las dos grandes potencias, provocó que Estados Unidos expulsara a los comunistas de los gobiernos de coalición que se habían formado en los países que “controlaba”, mientras que la URSS impulsó que el Partido Comunista se hiciese con el control exclusivo del poder de los propios, propiciando la creación de las llamadas “democracias populares” en las que se instauró un sistema comunista inspirado en el soviético.

La ruptura definitiva entre los dos bloques se produjo en 1947 cuando se expuso la Doctrina Truman, la cual denunciaba el régimen comunista y la ocupación del Ejercito Rojo mientras que proponía la intervención americana para frenar la amenaza comunista en Europa. Además, propuso el Plan Marshall, ayuda económica para impulsar la reconstrucción del viejo continente, que fue rechazada por la URSS y los países del Este. En contraposición, la Unión Soviética propuso el Informe Jdanov, que denunciaba la actuación de EEUU y potenció la fundación del Kominform, organización que reunía a los países comunistas.

De este modo, el mundo se dividió en dos bloques antagónicos divididos por el “Telón de Acero”, expresión que definía la frontera simbólica que separaba la URSS y sus Estados aliados de ideología comunista del resto de Europa con economías capitalistas. El primer escenario de enfrentamiento entre las potencias fue en Alemania, que finalizada la guerra se dividió en cuatro zonas ocupadas por británicos, franceses, estadunidenses y soviéticos. La unión entre los estados occidentales recibió el nombre de la República Federal de Alemania, mientras que la parte Este, República Democrática de Alemania. Así, quedo dividía en dos zonas entre las que se levantó un muro en 1961.

Todos conocemos las historias, a veces hasta terroríficas, del muro de Berlín y las impactantes órdenes que recibían los vigilantes, donde: "se podían hacer uso de las armas de fuego para detener personas que no acatasen las órdenes de los guardias fronterizos que se había identificado como tales y cuando no existía otra alternativa para detener al fugitivo."

“Pero eso ya no pasa”, podríamos pensar. No, ahora somos tolerantes, intentamos ser mejores personas, comemos sano, hacemos ejercicio, reciclamos… en definitiva, todos aportamos nuestro granito de arena para crear un mundo mejor…incluso mucha gente pertenece a ONGs que ayudan a personas tercermundistas… pero, ¿qué pasa cuando nos hablan de la frontera entre México y Estados Unidos? ¿Y la Barrera israelí de Cisjordania? ¿O el Muro del Sahara Occidental? ¿Y la Zona desmilitarizada de Corea? ¿Qué podemos decir de la Valla de Melilla?

El “Muro de la Tortilla”, conocido coloquialmente, comenzó a construirse en 1994 para evitar la inmigración ilegal a EEUU. La Barrera de Cisjordania aún no ha sido terminada, y sus partidarios afirman que servirá para “proteger a los civiles israelís contra el terrorismo palestino” mientras que los detractores responden que ese muro creará problemas de “continuidad territorial, degradará y aislará a la población palestina y destruirá grandes terrenos agrícolas” entre otras cosas. El Muro marroquí, evita la vuelta de los refugiados saharauis. La Zona desmilitarizada de Corea, es la división entre las dos Coreas, mientras que la Valla de Melilla pretende dificultar la inmigración ilegal y el contrabando.

Pero por norma general, solemos mirar a otro lado y nos seguimos preocupando por la cena de Navidad, por el vestido de Nochevieja y por los regalos de los Reyes Magos.

La existencia de esos muros es un arcaísmo, un absurdo medieval, comparable a la Muralla China (construida específicamente para detener a los invasores). Si bien es cierto que los muros actuales no detienen ya a ejércitos organizados, sino a los civiles, a los cuales les separan de sus familias y a amigos, se les aísla y clasifica según creencias religiosas, ideas políticas, motivos económicos… Se les niega el derecho a la libre circulación y residencia, se abusa de ellos y si lo desean, acaban con sus vidas.

¿Lo peor? Que no es un hecho histórico que debamos estudiar para un examen, sino que estamos viviendo actualmente. ¿Lo peor? Que no estamos haciendo nada para cambiarlo, es más, a muchos ni siquiera les interesa. ¿Lo peor? Lo peor son esas miles de personas que con excusas se ven sometidas y viven contra una pared.

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